Existió un mercader muy rico que tenía todo lo que podía desear, pero de entre todas sus posesiones, la que más amaba era un loro de hermosos colores al que había enseñado a hablar.
Un día, el mercader anunció a todos que partía por negocios a la India. Concedió a cada uno de sus sirvientes un deseo. A cada uno les traería algo de ese país. Entonces, se acercó a la jaula donde estaba su loro y le preguntó:
– Y tú, qué quieres que te traiga de la India?
– Cuando veas a mis hermanos loros, háblales de mí…
– ¿Y qué debo decirles?
– Cuéntales que tienes un loro hablador en casa, que está encerrado en una jaula, que es un pariente suyo, desterrado de su tierra y encerrado en esclavitud. Que no puede volar y que anhela poder volver junto a ellos. Pregúntales qué debo hacer, cuál es mi remedio…
El mercader estaba realmente conmovido por el dolor del loro, y le prometí dar su mensaje en cuanto pudiera. De hecho, al llegar a la India, nada más adentrarse en la selva, vio unos hermosos loros encaramados en las ramas de un alto árbol y se acercó a ellos. Una vez que transmitió el mensaje de su loro, palabra por palabra, uno de los loros comenzó a temblar y cayó al suelo.
– ¡Oh! ¡Qué desgracia tan grande ha provocado mis palabras! ¡Que uno de los parientes de mi loro ha sentido tanto dolor que ha muerto en el acto!
El mercader y su loro: El mensaje recibido por el loro
El mercader sintió mucha pena y temió el momento de dar la noticia a su loro. Al regresar, el loro le preguntó:
– Y bien, ¿diste mi mensaje?
– Sí, lo hice- dijo agachando la cabeza el mercader- Y ojalá no lo hubiera hecho. Al hacerlo, uno de ellos sintió tanto dolor que cayó muerto en el acto…
Al oír esto, el loro se quedó mudo, empezó a temblar y cayó en la jaula como muerto.
¡No! ¿Tú también?- gritó el mercader asustado.
Al ver su cuerpo frágil en el suelo de la jaula, abrió deprisa la puerta para poder acariciarlo. En ese momento, el loro aprovechó para salir volando por la ventana de la habitación hasta la rama de un árbol. El mercader, extrañado, preguntó al loro:
– Pero… ¿Cómo aprendiste eso?
– El loro de la India me indicó la manera de conseguir mi libertad. Debía renunciar a aquello que me había aprisionado, debía dejar de hablar y hacerme el muerto para engañar a tus sentidos.
El hombre se quedó realmente sorprendido ante la sabiduría de su loro.
– Eres realmente sabio, loro, y me alegro de que al fin hayas conseguido lo que tanto ansías. Dame un consejo antes de partir.
– Despídete de tu ego y tu alma volará libre.
Y el loro salió volando y se alejó de allí para siempre.
En esta hermosa fabula del poeta persa Rumi, nos muestra como El ego, esa parte de nosotros que no nos deja reir, ser, estar, esa voz con mucha fuerza que nos impide cambiar o alejarnos de nuestra zona de confort, donde mas alla de los miedos, del deber ser encontraríamos, el color la alegría y nuestro verdadero propósito.
Como descubrir el ego
Cuando nuestros pensamientos van con una mirada desde el amor, el perdón, la compasión.
Muchas veces el ego espiritual potencia nuestro orgullo, pensando que no tenemos nada que aprender, talvez que hemos llegado a la cima de la iluminación,a la meca de la sabiduría plena nada mas lejos de la realidad, evitar reforzar nuestro ego es una labor titánica del dia a dia. Al mirar a los demás desde arriba sentir pena, ´por los menos evolucionados o con talvez menor nivel de conciencia, a muestro entender es una de muestras mas grandes trampas del ego, tal como ocurrio con el mercader, que sentía pena por el loro que entendia había fallecido, asi nos ocurre tantas veces sentir lastima o tristeza por los que acumulan menos información que nosotros, o por aquellos que viven una vida diferente a nostros, talvez un vegano o un apasionado del fitness puede mirar a alguien que no lo sea con pena, o sencillamente diferente
Utilizar la espiritualidad para adornar nuestra personalidad, para confundir la sabiduría, para creer que desapego es igual a indiferencia, que muchas veces utiliza,mos este mecanismo para ocultar muestras emociones. Y por temor a no ser escuchados, o comprendidos. Sin caer en resignaciones, en magia, gurus o física cuántica, nuestro primer paso para vivir en libertad, abrazando nuestra misión de vida, es despojarnos dia a dia del ego.
Abraza la vida en libertad
Albert Schweitzer